Un pueblecito medieval que conviene visitar al menos una vez en la vida porque las callejuelas tortuosas, las casas construidas con piedra, las murallas medievales con su profundo foso y el magnífico castillo fortificado con su Torre del homenaje tienen un gran interés y no le dejarán indiferente.
El pueblo posee además variedad de tiendecitas y restaurantes donde se pueden degustar los platos y productos típicos del Empordà.
Se recomienda combinar esta visita con la de Pals debido a su proximidad geográfica e histórica.